“Lo que hemos visto es que la comunidad de intercambio de hogares es bastante cuidadosa y servicial. Es una relación basada en la confianza.”
*Andrea Aguiar
La primera vez que le sugerí un intercambio de hogares a mi marido, su reacción fue pensar que yo estaba loca. Su preocupación inmediata fue la seguridad. Él decía: “¿Cómo vamos a dejar que un extraño entre en nuestra casa?” Este es un temor natural, ya que el concepto de economía compartida no era conocido. Estábamos en 2007 y no existían sitios como Airbnb, BlaBlaCar y otros que cambiaron han hecho cambiar nuestros hábitos los últimos años.
Fue con mucho esfuerzo que lo convencí, empezando con un argumento: en realidad el cambio no se hace con desconocidos. Para efectuarlo, es necesario conversar mucho por email, para coordinar fechas, emitir pasajes, entregar llaves, etc. Este intercambio de correos electrónicos quita la impersonalidad de esta relación.
Pero, mi marido temía encontrar la casa mal cuidada o que alguien dañara las cosas. Sin embargo, lo que hemos visto es que la comunidad de intercambio de casas es bastante cuidadosa y servicial. La reciprocidad hace que la gente realmente cuide la casa como si fuera suya. Es una relación basada en la confianza.
Hoy, la evolución tecnológica ha traído formas de verificación mucho más precisas, que minimizan las preocupaciones y dan seguridad. En BeLocal, logramos verificar el usuario no solo con sus documentos, sino también con sus datos en redes sociales, emails y teléfonos. También comprobamos la ubicación de la casa y todo eso nos permite darle tranquilidad a nuestros usuarios. Pero no era así hace 10 años. Internet no tenía tantas herramientas de búsqueda y la economía compartida estaba recién naciendo. Sin embargo, yo aposté. Siempre creí que, cuando uno colabora, la vida se vuelve mejor.
Y lo barato no tiene por qué salir caro. El intercambio de casas es turismo de muy alta calidad. Nuestras experiencias siempre han sido asombrosas. Siempre hemos sido recibidos con mimos, casas bien cuidadas y con los brazos abiertos. Siempre nos sentimos en casa en cualquier lugar que estamos.
Como el alojamiento es gratuito, el viaje puede durar más días sin pensar en el presupuesto. Y con la comodidad de una casa de verdad, habrá más espacio para los niños y mucha más privacidad.
Después de la primera experiencia, pasamos a viajar así con frecuencia. Hemos realizado 15 intercambios de casa hasta hoy y toda la familia se ha vuelto consumidora de esa forma de viajar. Estamos siempre planeando nuestro próximo destino e, incluso ahora que mis hijos tienen 14 y 21 años, todavía quieren venir con nosotros a los próximos intercambios. Ya estamos planificando un intercambio con Luís, que tiene una casa increíble en Punta del Diablo en el Litoral de Uruguay y buscamos otros intercambios en Brasil. ¿Quieres pasar unos días en Rio? Entra en BeLocal y envíanos un mensaje.
* Andrea Aguiar es fundadora de BeLocal Exchange